Contaminación por polímeros, efectos al ambiente, sociedad y economía.



Cada año se producen un total de 300 millones de toneladas de plástico. De ellas, se estima que ocho millones acaban directamente en los mares y océanos de nuestro planeta.
La inundación de plásticos de mares y océanos es uno de los principales problemas ambientales del planeta, según el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicado este 2019. De no tomarse medidas, existe un elevado riesgo de deterioro de los ecosistemas marinos y, por consiguiente, de la biodiversidad marina.
El impacto físico de las basuras plásticas en la fauna es evidente. Es frecuente encontrar animales, como las tortugas, que han quedado enganchados con redes o cuerdas, quedando estrangulados en sus extremidades y sufriendo falta de riego sanguíneo.

Los plásticos están formados por polímeros, normalmente derivados del petróleo, a los que se añaden diversos compuestos químicos, que pueden constituir más del 50 % del peso del plástico. Cada compuesto químico que se añade tiene su función:
– Los plastificantes proporcionan la flexibilidad, dureza o rigidez, dependiendo de las diferentes aplicaciones del producto.
– Los estabilizantes se añaden para inhibir o retardar el mecanismo de oxidación y degradación de los polímeros durante su fabricación.
– Los retardantes de llama se añaden a todo tipo de material para evitar su flamabilidad. Así, si se produce un incendio, la propagación de las llamas es más lenta.
– Los filtros solares se añaden para absorber la luz UV y así aumentar la vida útil de los plásticos expuestos al sol.
– Los antibacteriales se añaden para evitar que bacterias crezcan en el plástico. Esto es muy importante para el destinado a usos alimenticios.

Existen más de 3 000 sustancias químicas diferentes asociadas a los plásticos y más de 60 caracterizadas como sustancias de alto riesgo para la salud, siendo algunas de ellas persistentes, bioacumulables y tóxicas. Existen cientos de estudios científicos que demuestran que aditivos comunes del plástico, como los bisfenoles, los ftalatos, los retardantes de llama y los metales pesados, son muy peligrosos para la salud.

Por otra parte el efecto de los productos plásticos en una economía es fundamental: un consumidor promedio usa diversos productos plásticos de manera cotidiana, ya sea para consumo personal (ropa, muebles, artículos de oficina, utensilios de cocina, entre otros) o a través de otras actividades productivas, como la construcción, las comunicaciones, el transporte, el almacenamiento. La versatilidad del plástico permite su incorporación a cualquier proceso productivo o producto final, razón por la cual es innegable que en la actualidad el mercado de los productos plásticos tiene un lugar sobresaliente en el conjunto de la economía.
La producción de plástico ha mantenido un crecimiento constante desde 1950. En dicho año se registró una producción de 1.7 millones de toneladas; luego tuvo un incremento de 13.6% promedio anual durante 26 años. A partir de 1976, el crecimiento ha sido más moderado, pero aún muestra tasas interanuales relativamente altas. En el último año con datos disponibles (2012), la producción alcanzó de nuevo un máximo histórico: 288 millones de toneladas. Aunque representó una de las tasas de crecimiento históricamente más bajas (2.86%), se encuentra levemente por arriba del crecimiento del producto interno bruto mundial para el mismo año (2.36%, según datos del Banco Mundial).
Las exportaciones de plásticos mexicanos aumentaron 9.67% promedio anual en el periodo 2003-2013, mientras que las importaciones crecieron 6.04% promedio anual en el mismo lapso, lo cual permitió aminorar el aumento del déficit comercial que presenta la industria.
Una de las grandes ventajas de la industria de la producción de polímeros es su diversidad y versatilidad, tanto en lo que se refiere a los diferentes tipos de productos como en lo que respecta a los distintos usos que se les pueden dar. Esa gran versatilidad le ha posibilitado ser una industria con un crecimiento extraordinario, que ha logrado formar parte de la cadena de valor de muchos y diversos productos, y constituirse como un bien de consumo final. En este sentido, la economía mexicana debe aprovechar el dinamismo mundial de la industria del plástico e impulsar la producción local con el fin de insertarse con mayor fuerza en el comercio internacional de este tipo de bienes.

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